Nunca
he celebrado S. Valentín. Siento desconfianza por esas fechas de origen dudoso
en las que se demuestra el amor regalando objetos. No me inspiran los santos ni
las convenciones. El amor sí me inspira.
Desde
hace algunos años toco el piano en cenas de S. Valentín, y me encanta: ambiente
tranquilo, luz tenue, calor, música suave, velas… ahí estoy en mi salsa.
Cuando
empecé a seleccionar un repertorio con la intención de tocar exclusivamente
canciones de "amor feliz", es decir, sin drama, me encontré con la
sorpresa de que no hay muchas, sin embargo hay miles que hablan de angustia y
desamor.
Creo que
ya tenemos bastante dolor en el mundo así que decidí apostar por el amor sin
drama, en la vida y en la música. Inicié una búsqueda por todos los estilos
musicales que puedan traducirse al piano, y conseguí un repertorio completo sin
penas de amor... o casi.
Pregunté
a distintas personas por canciones de amor y encontré respuestas muy variadas,
en general diferentes a mi planteamiento. Casi todas tenían drama, incluso
cuando yo propuse lo contrario.
También
en la vida. Hay una creencia bastante común de que el amor tiene que doler y el
sufrimiento es obligatorio.
Yo no
lo creo, como tampoco creo en muchas otras convenciones en torno a las
relaciones humanas.
Otra
cosa es la tristeza, esa visita serena y sabia que recibo y escucho cuando
llega sin avisar. Me acompaña hasta que la entiendo, después sigue su camino.
Reconozco
la belleza de la tristeza y su sabiduría, ella sí está invitada a mi vida y a
mi repertorio amoroso. Sin exagerar.
Este año
fueron 2 cenas de S. Valentín en las que compartí amor con música y actitud,
aunque no tengo pareja ni siento esa necesidad. He llegado a la feliz
conclusión de que el amor no depende de otra persona. Aunque muchas
personas no lo crean, es posible vivir enamorada sin tener pareja, lo he comprobado
personalmente.
Como dice la canción: enamorá de la vida, aunque
a veces duela.
Y cuando duele, mi mejor medicina es, sin duda,
el amor.
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